Por experiencia propia, sabemos que la gente de nuestros pueblos, independiente de clase y lugar están ligadas al arte en toda la variedad de sus expresiones.
Una de
las expresiones artísticas más comunes y cercanas a nuestro pueblo es la
música. La música está presente y acompaña todos los aspectos de nuestra vida, desde el nacimiento hasta la muerte, acompaña los acontecimientos de la vida diaria.
Las celebraciones de nuestra vida diaria recogen nuestras
vivencias y las conectan con lo sagrado, gozo y pena son elevados a Dios en forma de oraciones, cantos y silencios. Con la música, estas celebraciones adquieren color, sabor y belleza que nos permite entrar en sintonía con el Dios vivo que alimenta la vida.
San Agustín nos decía que cuando elevamos nuestras voces
con cantos inspirados oramos dos veces. “Quien canta ora dos veces”. Eso lo han entendido muy bien nuestros pueblos en sus historias comunes en fe y tradiciones.
En sus celebraciones han empleado los cantos, melodías y canciones de manera muy creativa, liberada de los formalismos y los patrones rígidos a los que a veces nos han acostumbrado las clases dominantes, dándole un contenido nuevo, cálido, cercano y acogedor. Con la renovación litúrgica que comenzó con el
Vaticano II, la música popular que se enraíza en nuestras tradiciones y
costumbres y en toda nuestra Latinoamérica, hoy enriquece nuestras celebraciones litúrgicas.
Son
miles las canciones o himnos inspirados que se han incorporado a nuestras
celebraciones en las últimas décadas. Los compositores, cantautores y cantantes
laicos han contribuido con mucho cariño y energía al enriquecimiento de nuestra
cultura musical, algunos han compuesto temas dedicados a Jesucristo, la Virgen María, algunas devociones católicas y a la Iglesia. Otros cantantes católicos usan melodías de canciones populares y adaptan sus letras con mensajes católicos que después se cantan en reuniones, retiros y en algunos casos en misas.
Bob Dylan compuso hace muchos años una canción llamada “Blowing in the wind” (silbando en el viento) que al Papa Juan Pablo II le gustaba mucho. Gilmer Torres, con su maestría la adaptó al castellano con el título “Saber que vendrás”. En muchos de nuestros países la cantamos en jornadas, retiros y reuniones de oración y a veces como canto de ofertorio en misas de nuestras parroquias en Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y Colombia.
Como buen amante del arte, en 1997, Juan Pablo II apoyó un concierto del cantautor estadounidense Bob Dylan, en un Congreso Eucarístico celebrado en Bolonia, Italia. Cada vez que recuerdo las palabras con que el Papa Juan Pablo
II parafrasea la canción "Blowin' in the wind" (Silbando en el viento) lo hago con esperanza y alegría.
“Las cuestiones de su vida están silbando en el
viento. Pero en el viento que sopla y en la voz del espíritu, y no en el viento
que todo lo dispersa en los torbellinos en la nada”.
También en muchas otras que son aportes de músicos seculares como: "Le llaman Jesús" de Raphael, "Se busca" de José Luis Rodriguez o "Jesucristo" de Roberto Carlos, entre otras; vemos cómo lo popular también puede expresar y transmitir lo divino de las expresiones de nuestros pueblos. La vena de la inspiración divina se enciende en todos los corazones buenos para consolar, acompañar y animar en la jornada dura.
El caso de Roberto Carlos es particularmente impresionante. Vivió tragedias muy grandes como el perder una pierna a los 6 años en un accidente de ferrocarril, Se casó tres veces y sus tres esposas murieron de cáncer, y poco después murió su hijastra, este mal también Hizo que su hijo perdiera un ojo. A pesar de todo, en una entrevista reciente del 05/08/2014 dice: "En realidad yo sigo teniendo fe, pero hoy día mi fe es más consciente, más realista". Roberto es un católico practicante desde su temprana infancia, y a pesar de sus pérdidas, aún hoy es hombre de misa Dominical donde no solo asiste sino participa como lector.
Todas estas experiencias de vida nos enseñan que hay que ser consecuente con nuestra identidad. No podemos usar canciones de otros credos y creencias solo por que sean bonitas o melosas y suenan como cualquier canción comercial sin sentido de fe.
Hay que saber cuando y cómo usar las canciones, éstas le darán mejor sentido a
nuestras celebraciones de vida y de fe.
Quisiera señalar algunos puntos que son importantes
cuando queramos usar las canciones populares en nuestras celebraciones.
A) El título. Cada canción responde a la experiencia de vida de una persona o comunidad. Por
eso es importante investigar, conocer y respetar el título original.
B) El autor. Conocer al autor de cada canción nos ayuda a
saber a qué realidad responde la canción y qué motivaciones tenía cuando las compuso.
C) La nacionalidad del autor. Nos ayuda a comprender la
coyuntura en la que el autor quiso escribir e interpretar esa canción o para qué público la hizo.
D) El contenido. Nos ayuda a comprender la intención y la
temática que quiso transmitir el autor y a identificar el lugar en el que
debemos usar la canción en nuestras celebraciones.
E) La melodía y el ritmo. Nos permiten comprender a qué
público intentaba llegar el autor, si esapropiada para ser usada en nuestras celebraciones católicas o para la escucha personal.
¿Parecen cosas complicadas, verdad? Pero son muy simples
si nos aproximamos a las canciones con cariño, respeto y sana intención.
A la hora de usar los cantos, hay que averiguar los
puntos señalados y veremos cómo nuestras canciones tienen un sentido más
completo y rico en intención y contenido.
¡Bien vale el esfuerzo y cuesta poco!
¡Bien vale el esfuerzo y cuesta poco!
Paz y alegría en el Dios de la vida
Padre Diego